Más allá del santuario: cómo las iglesias están construyendo redes de seguridad integrales para sobrevivientes de violencia doméstica

 

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Fraser Venter era pastor cuando comprendió por primera vez el profundo impacto de la violencia doméstica en las comunidades religiosas. La historia de su propia madre, que sobrevivió a un grave abuso infantil (incluido el hecho de que la encerraran en un armario por no memorizar las Escrituras), lo ayudó a reconocer cómo el abuso puede perpetuarse mediante el mal uso de la autoridad espiritual. Cuando Judi Noble, que dirigía una Ministerio de Violencia Doméstica, atravesó las puertas de su iglesia y compartió su historia, Venter encontró el coraje para compartir la experiencia de su familia desde el púlpito.

“En ese momento, ese día en la iglesia, fue como si se pudieran ver las luces encendidas en la congregación”, recuerda Venter. “Hubo un movimiento en nuestro espacio que solo el Espíritu Santo podía generar. Como estuve dispuesta a ser valiente al compartir la vulnerabilidad de mi historia, eso le dio a la gente la libertad de compartir la suya”.

La realidad que debemos afrontar

Las estadísticas son duras y exigen nuestra atención, pero lo que es más importante, exigen que nos preguntemos “¿por qué?”. Las mujeres cristianas sufren violencia doméstica en tasas aproximadamente iguales que las que están fuera de la iglesia, pero permanecen en situaciones de abuso un promedio de 3,5 años más que sus contrapartes seculares (Wright). Esta exposición prolongada al peligro se debe a factores complejos profundamente arraigados en la cultura de la iglesia:

En primer lugar, suele haber un sesgo inherente a creer a los miembros conocidos de la iglesia, en particular a aquellos que ocupan puestos de liderazgo o que se presentan bien en la congregación. Cuando un abusador es activo en la vida de la iglesia, presta servicio en el ministerio o mantiene una posición respetada en la comunidad, las víctimas suelen enfrentarse al escepticismo cuando dan a conocer sus experiencias. Esta dinámica de incredulidad puede ser devastadora: silencia a las víctimas y envalentona a los abusadores.

Laura Tortora, Directora Ejecutiva Adjunta de Alas de águila, experimentó esto de primera mano. Creció como una de las seis niñas en una familia que asistía a la iglesia donde su padre era anciano, y sufrió un abuso severo que no fue abordado por el liderazgo de la iglesia. “Por un tiempo, pensamos que era normal hasta que nos dimos cuenta de que no lo era”, comparte Tortora. Cuando su hermana mayor se acercó a la esposa del pastor durante una crisis, le dijeron: “Oh, cariño, no deberías contarme este tipo de cosas porque tengo que denunciarlo”.

Esta resistencia a creer en las víctimas a menudo surge de:

  • Mala aplicación de las enseñanzas bíblicas sobre el matrimonio y el divorcio
  • Incomodidad al enfrentar el mal dentro de la familia de la iglesia
  • Miedo a acusaciones falsas o congregaciones divididas
  • Falta de comprensión de la dinámica de la violencia doméstica
  • Tendencia a priorizar la preservación de los matrimonios por encima de la seguridad
  • Falta de voluntad para reconocer que los cristianos pueden ser abusadores

“No se trata solo de que la Iglesia no se ocupe del abuso infantil o no lo denuncie”, explica Tortora. “En realidad, fueron las personas que Dios puso en nuestro camino las que realmente se pusieron de pie y se interpusieron en la brecha del pecado y la fealdad y todas las consecuencias de eso, sin inclinarse hacia lo incómodo y lo difícil”.

La consecuencia de esta falta de confianza y apoyo a las víctimas va mucho más allá de los casos individuales. Crea una cultura de silencio en la que las víctimas de abuso se sienten atrapadas, no solo por sus abusadores sino por la misma comunidad que debería ofrecerles refugio. Las mujeres permanecen más tiempo en el lugar porque se enfrentan no solo a la pérdida de su matrimonio sino también a la posible pérdida de su familia religiosa, su comunidad espiritual e incluso su identidad religiosa.

Más allá de los muros de la iglesia

La Iglesia Metodista Libre está trabajando para transformar esta realidad mediante la creación de redes de seguridad integrales que se extiendan a todos los aspectos de la vida de los sobrevivientes. Como explica Venter, este enfoque reconoce que la seguridad no puede limitarse a las mañanas de los domingos:

“¿Si necesitas que alguien te acompañe a llevar a tus hijos a la escuela? Eso es lo que hacemos. Si necesitas que alguien te acompañe al trabajo, eso es lo que hacemos. Si necesitas que alguien se siente contigo mientras hablas con tu jefe, quien tal vez no entienda que esto podría ser un problema en tu entorno laboral, entonces eso es lo que hacemos. Eso es lo que se supone que debe hacer el cuerpo de Cristo”.

Este sistema de apoyo holístico incluye:

  • Defensa y protección en el lugar de trabajo: Capacitar al personal para ayudar a los sobrevivientes a comunicarse con los empleadores y mantener la seguridad en el trabajo.
  • Asistencia de transporte: Organizar voluntarios para acompañar a los sobrevivientes durante períodos de alto riesgo
  • Apoyo judicial: Proporcionar acompañamiento para procedimientos legales y documentación.
  • Asistencia en la vida diaria: Coordinación de ayuda con compras, recados y cuidado de niños.
  • Planificación de seguridad: Desarrollo de protocolos de seguridad integrales para todos los entornos.
  • Refugios seguros: Los hogares seguros tanto a corto como a largo plazo son vitales para las víctimas de violencia doméstica y sus familias.
  • Asesoramiento y Coaching: Lugares seguros para compartir la historia y estar equipado para prosperar a largo plazo.

La realidad que debemos afrontar

Las estadísticas son duras y exigen nuestra atención. Según una investigación citada por las Iglesias Bautistas de Nueva Inglaterra, las mujeres cristianas sufren violencia doméstica en tasas aproximadamente iguales que las que no pertenecen a la iglesia. Sin embargo, tienden a permanecer en situaciones de abuso un promedio de 3,5 años más que sus contrapartes seculares (Wright). Esta exposición prolongada al peligro a menudo se debe a malentendidos teológicos y a una falta de apoyo de las comunidades religiosas.

Además, una pregunta que debe abordarse es el “por qué” o “qué” impide que la iglesia escuche esta verdad. Además, ¿por qué los líderes se resisten tanto a creerle a una víctima cuando se presenta, especialmente si conocen a la persona que está abusando de ellos? La parte más importante de este asunto es que les creen. Esto puede ser un trauma secundario a la violencia inicial que debe abordarse antes de que podamos seguir adelante.

“La iglesia es muy poderosa cuando realmente entra en ese espacio de ‘te creo’ y lo hace bien”, enfatiza Tortora. “No estamos abogando por el divorcio aquí; estamos abogando por la seguridad. ¿Podemos aceptar eso? ¿Podemos abordarlo desde esa posición de que tal vez estemos en lados diferentes de la valla con respecto al divorcio, pero podemos estar todos de acuerdo en que estamos a favor de la seguridad?”

Tomando acción

Para las iglesias preparadas para desarrollar redes de seguridad integrales:

1) Comience con el compromiso del liderazgo
  • Proporcionar capacitación integral al personal sobre la dinámica de la violencia doméstica.
  • Desarrollar protocolos de respuesta claros que prioricen la seguridad de los sobrevivientes
  • Establecer relaciones con agencias locales de violencia doméstica.
  • Crear espacios seguros para que los sobrevivientes revelen el abuso
2) Construya su equipo de respuesta
  • Identificar y capacitar voluntarios calificados
  • Entrenamiento y plan de estudios de Eagles Wings: El amor no hace daño
  • Establecer protocolos estrictos de confidencialidad
  • Crear sistemas de coordinación para el apoyo práctico
  • Asociarse con servicios profesionales de violencia doméstica
3) Amplíe su impacto
  • Desarrollar programas de defensa de derechos en el lugar de trabajo
  • Crear redes de voluntarios en materia de transporte
  • Establecer sistemas de respuesta a emergencias
  • Establecer alianzas con agencias y servicios locales

Un llamado a la acción

Venter nos recuerda que “el testimonio de la Iglesia ante la comunidad es mayor cuando amamos bien, en todo momento, incluso en medio del dolor”. Este compromiso de “amar en todo momento” significa crear sistemas de apoyo tangibles que demuestren el amor de Cristo de maneras prácticas.

Si usted o alguien que conoce necesita ayuda:

  • Línea directa nacional contra la violencia doméstica: 1-800-799-SAFE (7233)
  • Alas de águila: (909) 529-3373 o visite https://eagleswingsglobal.org/
Obras citadas
  • Wright, Elissa. “Abuso doméstico: 4 cosas que los pastores y las iglesias deben saber”. Iglesias Bautistas de Nueva Inglaterra, agosto de 2024.
  • DeRobertis, Jacqueline. “¿La violencia doméstica realmente aumenta durante las fiestas? Es complicado, dicen los defensores”. The Advocate, 2024.
  • Mollering, Rev. Miriam. “Violencia doméstica: la respuesta de la Iglesia”. The Rave Project, 2024.
  • St. John, Tim. “Reconociendo la violencia doméstica en la Iglesia”. Red SOLA, 5 de noviembre de 2023.
  • Forrest, Joy. “La Iglesia y la violencia doméstica: un llamado a la acción”. Ministerio Llamado a la Paz, 2024.
  • “Trabajando juntos para romper el ciclo de la violencia doméstica”. Sheltering Wings, 2024.

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