Nos gusta decir: “La santidad no es lo que no haces, sino lo que haces en su lugar”. Hay una gran diferencia entre vivir una vida obsesionada con evitar cosas que “no son de Dios” y concentrarse en su verdadera identidad y en lo que Dios lo ha llamado a ser. No es fácil cambiar la inclinación de su corazón, pero la recompensa es la libertad por sobre el legalismo; el amor por sobre el miedo.
Compromiso generosoLos cristianos estamos llamados a comprometernos con el mundo. Eso es lo que queremos decir cuando decimos que somos “las manos y los pies de Jesús”, que llevamos el Reino de Dios a dondequiera que vayamos. Lamentablemente, a menudo optamos por participar de maneras que pueden parecer más un discurso de ventas que una preocupación real por el mundo en el que vivimos y participamos.
Ser generosos en nuestro compromiso requiere una mentalidad como la de Cristo, para quien la salvación no es renunciar al mundo, sino redimir la creación de Dios. “Hágase tu voluntad en la Tierra como en el Cielo” no era una obviedad, era el objetivo. Consideremos cómo se ve eso mientras nos preparamos para un compromiso generoso.