Comparte tu historia: El momento ministerial de Bob Managbanag

El reverendo Bob Managbanag se desempeña como capellán en Roze Room Hospice.

Eran las 8:45 de la mañana cuando entré en el lugar de los hechos. Como consejero espiritual de un centro de cuidados paliativos, a menudo me llaman para ayudar a solucionar incidentes críticos. Estaba tumbada en el suelo de su dormitorio… pálida… con los ojos entreabiertos. Era muy joven. Su primera convulsión hacía diez meses cambió para siempre la vida que disfrutaba. Era una mujer hermosa y vibrante, una actriz de cine y televisión llena de vida y energía. Ahora parecía muy mayor y decrépita, comportándose como un niño pequeño babeante.

Esta segunda convulsión fue la última. La enfermera del hospicio estaba en el suelo, confirmando lo que yo ya sabía. Su angustiado marido caminaba de un lado a otro (parecía que estuviera corriendo). Lloraba como un niño al que le acaban de quitar su juguete favorito a la fuerza. No creía en nada espiritual ni religioso. Era un productor de Hollywood. De hecho, cuando su joven esposa, actriz, empezó a recibir cuidados paliativos, aceptó mi apoyo como consejero espiritual con una condición: ¡no hablaríamos de religión, teología ni nada espiritual!

Él me vio, se acercó y me abrazó fuerte. No me soltaba. Lloraba intensamente.

—¡Dime dónde está, Bob! ¡Por favor, dime dónde está!

Su dolor era tan intenso que no se me ocurría nada que valiera la pena decir, así que oré en silencio y profundamente.

“Señor, dame las palabras adecuadas para decir”.

Entonces lo sentí. Surgió de lo más profundo de mí, como un volcán que entra en erupción de repente. La voz del Señor era clara. Salió de mi boca, dulce y delicadamente, mientras sostenía en mis brazos el cascarón roto y dolorido de un hombre.

"ELLA ESTÁ EN CASA."

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